20080512

La tentación confederal

"Es frecuente escuchar por estos días que se confunde el concepto de federalismo con falsos autonomismos, que en rigor nos retrotraerían a un modelo confederal."

Patricia Vaca Narvaja Vicepresidenta de la Cámara de Diputados de la Nación.
En víspera del Bicentenario de la Patria, los argentinos nos encontramos trabajando en la construcción de un nuevo paradigma que, retomando el ideario que inspiró la Revolución del 25 Mayo de 1810, nos permita desarrollar un proyecto nacional acorde con los nuevos desafíos del país y del mundo.
Este paradigma se constituye esencialmente de una democracia popular, abierta y participativa, pero necesariamente sujeta a nuestro destino nacional. La satisfacción del interés de todos y no de demandas particulares debe guiar nuestra práctica y compromiso político.
En orden a estos objetivos, el Gobierno nacional impulsa un modelo de desarrollo nacional con inclusión social, que persigue el crecimiento con equidad y de manera sustentable en todo el país. No se detiene en fronteras regionales ni se rige por parcialidades provinciales, sino que busca crear un país integrado por medio de la gestión de un federalismo genuino. La unidad nacional que hoy defendemos los argentinos no la obtuvimos graciosamente sino que fue resultado de una trabajosa y trágica historia de enfrentamientos, que recién fue saldada con la aceptación de la Constitución Nacional por parte de todas las provincias.
Esta unidad, síntesis de nuestra existencia y resultante de los consensos nacionales, como toda conquista política, no es una verdad teologal sino que demanda de su perfeccionamiento y ratificación cotidiana. Es fruto de una larga destilación histórica, de avances y retrocesos, que requiere de una fuerte voluntad nacional y transformadora. Somos un país que ha adoptado el sistema republicano, representativo y federal, y por ello también somos conscientes, quienes tenemos la responsabilidad de gobernar, de todo lo que nos falta para renovar la República, mejorar la representación y construir un auténtico federalismo.
El reciente conflicto que enfrentó al Gobierno federal con representantes de la actividad agropecuaria desnudó muchos de nuestros propios límites. Pero, más allá de la legitimidad sectorial, deberíamos desmalezar el debate. Solidaridad y justicia. Los argentinos hemos aprendido que la Nación es más que la suma de las partes.
La Nación no es una abstracción, sino una construcción colectiva en la que la solidaridad y la justicia distributiva amalgaman la unidad. Es frecuente escuchar por estos días confundir el concepto de federalismo con falsos autonomismos, que en rigor nos retrotraerían a un modelo confederal, que concibe al país no como un continente ordenado a partir de intereses y obligaciones comunes, sino como un archipiélago de estados débilmente articulados. Federalizar significa el respeto por las verdaderas autonomías provinciales, muchas de ellas preexistentes a la Nación y otras tantas resultantes del proyecto nacional. La República federal enuncia el reconocimiento de las personerías locales con facultades delegadas consagradas en el pacto de unión nacional. Los cordobeses somos hijos de una provincia que ostenta una rica tradición histórica y federal. Nos enorgullecemos de nuestra cultura, de nuestro estilo y hasta de nuestra tonada. Somos gente de trabajo y emprendedora y estamos edificando una de las economías más pujantes de la Argentina. Las situaciones de crisis nos ofrecen una oportunidad. Aun reconociendo la naturaleza de los problemas, éstos no pueden servir de argumento para que opiniones interesadas y parciales conviertan a Córdoba en un Estado asociado, escindido del proyecto colectivo de los argentinos.
Siempre existe la tentación de obtener rédito político de discusiones complejas como las que atañen a los intereses que pone en juego el federalismo. Pero los dirigentes que pensamos el país como un todo debemos poner nuestra mirada y nuestro esfuerzo en soluciones nacionales, justas y federales, para recrear una Argentina integrada, sin grupos de poder económico concentrados ni privilegiados que sólo expresan intereses particulares o sectoriales. Asistimos a un escenario de oportunidades que nos ofrece la coyuntura de la economía internacional, pero también somos conscientes de que nuestro país y nuestra provincia sobrellevan asimetrías, que sin intervención política nos condenarían a intolerables desigualdades. La gestión de Gobierno no se moviliza para limitar la riqueza sino, fundamentalmente, para combatir la pobreza. La cohesión social y la integridad territorial son presupuestos indispensables de un sólido federalismo.



Fuentes:La Voz del Interior